El encargo de este proyecto consistía en la reforma integral de una vivienda situada en un antiguo edificio del centro de Madrid. El propietario, que acababa de adquirir el inmueble, era consciente de que necesitaba realizar cambios importantes para adaptarlo a sus necesidades.
La distribución inicial de la vivienda, con planta en forma de L, contaba con cinco habitaciones y un salón entre los que se repartían ocho balcones hacia una calle peatonal orientada al este. Contaba además con una zona de servicio (cocina y aseo) volcada hacia un patio interior comunitario. El nuevo programa de la vivienda reduciría a 2 los dormitorios, buscando conseguir espacios más amplios.
El planteamiento inicial reservaba el espacio central, diáfano y de grandes dimensiones, para el salón comedor, al que se accedía directamente desde la entrada de la vivienda atravesando un vestíbulo adaptado a las necesidades de amueblamiento del cliente. La cocina estaba vinculada al patio interior, pero abierta al comedor a través de una barra. Finalmente, en los extremos de la vivienda, se situaron las dos habitaciones del programa, cada una de las cuales integraba un baño propio. Además la principal contaba con un vestidor y un espacio de trabajo.
Durante las obras de reforma, al retirar los falsos techos existentes, se descubrieron unas viguetas de madera que se conservaban relativamente en buen estado. Se sanearon y restauraron para quedar vistas tanto en el salón como en los dormitorios. De este modo se conseguían combinar las prexistencias y el carácter de una vivienda tradicional con espacios más modernos adaptados a las necesidades del nuevo propietario.
Se dedicó especial interés a la iluminación, toda ella indirecta y regulable tanto en intensidad como en color, así como a la relación de mobiliario y hornacinas en obra, aprovechando y adaptando al máximo las oportunidades que la estructura de la vivienda permitía.